Un mensaje de su padre, las letras formando
cinco palabras causaron una reacción en su cuerpo desatando una sensación
helada que lo recorrió de la cabeza a los pies. Un bloqueo evitó que sus
emociones se materializaran en sus ojos, su rostro o su persona. Esa misma
obstrucción emocional se apoderó de sus manos que intentaban responder al
trágico mensaje de su padre. Como pudo le dio el pésame a su padre mientras él
lidiaba con sus propias emociones. Frente a él todo seguía igual: los
compañeros de trabajo despidiéndose y recogiendo sus cosas para salir a donde
fuera que tuvieran el plan de ir después de sus labores diarias. Por un
instante la rutina empezó a tomar parte dando la impresión de que nada había
pasado. Los pasitos de su sobrino por la oficina buscando a su "Abi"
lo despertaron de la "costumbre" en la que estaba cayendo.
"Damaris te está esperando abajo", dijo su jefe frente a él. Se
apresuró a apagar la computadora para no dejar ningún pendiente. Lo que pasó en
la siguiente hora fue casi rutinario. Una pequeña conversación con su hermana
dándole la triste noticia y un corto viaje que terminó en besos de despedida a
su hermana y sobrinos fue lo que evitó que fuera un común regreso a casa.
Mientras tanto, en su cabeza, el bloqueo emocional seguía gobernando sus actos.
Probablemente fue un modo automático que se encendió al saber lo ocurrido.
Cuando al fin estuvo sólo, en el trayecto de regreso a casa, los recuerdos de
hace más de veinte años empezaron a llegar: Un licuado de plátano con huevo en
las mañanas para desayunar, adornos de arlequines en algunos muebles, el dulce
aroma de su perfume, sus blusas de manga corta con hombreras; las arrugaditas pero suaves mejillas,
perfectas para recibir besos de saludo o despedida. La imagen de ella con su
enorme taza de café (tal vez a partir de ahí le cogió tanto el gusto a tomar café).
Los recuerdos liberaron sus emociones y se volvieron evidentes en sus ojos. El
transporte estaba lleno de gente pero el lloraba en silencio. Un enorme vacío
por la partida, remordimiento por el tiempo perdido y una profunda tristeza
gobernaban su corazón. Por más de dos días pensó en que podría decirle si la
tuviera enfrente. Dos días fueron necesarios para lidiar con sus emociones y
ganar el valor necesario para poner sus pensamientos en orden. Ahora estaba
listo, si se le concedía la dicha de verla y hablarle por al menos un minuto le
diría:
"Hola, abuelita, antes que te vayas lejos, quiero que sepas que
te extraño mucho. Te extrañe mucho todo este tiempo y te extrañare aún más. Perdón
por no venir a verte antes, fue uno de los tantos errores que cometo a diario.
Fue enorme error darte por sentada, imaginar que eras eterna o que nunca me harías
falta. Que equivocado estaba. También quiero pedirte perdón por no verte ni
despedirme cuando estabas en esa caja. Quería verte a los ojos, sentir tu calor
pero ya no eras tú, era solo la crisálida que dejaste. Desearía poder manipular
el flujo del tiempo para verte a los ojos una vez más y abrazarte fuerte a tal
grado que entiendas lo que significas para mí. Nada de eso es posible, por
ahora conservare tu recuerdo. Tu familia ha vuelto a estar en contacto gracias
a ti, todo lo demás nos corresponde a nosotros. Continua adelante en el camino
que llamamos vida, sé que nos volveremos a ver, con otra cara, otro cuerpo,
otro nombre u otro lugar pero conservando nuestra esencia que de inmediato se reconocerán.
En ese momento te platicare lo que fue de mi vida, de los planes que tenía y
los que realice. Las personas en mi vida y aquellas que ame. Y volveré a verte
en silencio bebiendo tu café. Esperando que compartas tus anécdotas de ayer. Te
amo, abuelita Shofy y siempre te amare."
En memoria de mi abue. SQU