Personas que han venido

lunes, 11 de enero de 2016

Capitulo 2 Como el ave fenix (fragmento)

Los pasos apresurados de la muchacha hacían eco en el solitario y silencioso pasillo. Se detuvo, su mirada y el letrero “Habitación 101” se volvieron a encarar. Levantó lentamente su mano izquierda para empujar la puerta. El extraño sentimiento que le provocó esa reacción se había esfumado, por eso estaba inmóvil, indecisa. El oficial se detuvo detrás de ella. De nuevo la sensación tomó control de su cuerpo y empujo la puerta con fuerza. Sus sospechas estaban bien fundadas, ese extraño
sentimiento estaba en lo correcto. El médico y dos enfermeras lo auxiliaban en su intento por reanimar al muchacho. El monitor cardiaco confirmaba, con su “chillido” constante, lo que Danai más temía: su hermano estaba muriendo. La muchacha, perpleja, observaba inmóvil la terrible escena. Su corazón y su mente querían hacer algo pero su cuerpo se rehusaba a obedecer. Una de las enfermeras intentó sacarla, aunque había gritos mezclados diciendo “salga, no puede estar aquí” y “sáquenla, por favor”, Danai solo podía escuchar el latido de su propio corazón y el molesto sonido del monitor cardiaco. La enfermera la tenía sujetada de frente intentando hacerla retroceder hacia la puerta. Danai, sin esfuerzo alguno, permanecía inerte. La conexión entre su cuerpo y su mente comenzaba funcionar de nuevo. Con un movimiento tomó por sorpresa a la enfermera y pudo liberarse por un instante. Tiempo suficiente para correr al lado de su hermano y tomarlo de la mano. Sus hermosos ojos por fin dieron paso a las lágrimas para que se unieran a la ola de sensaciones que la ahogaba. Inexplicablemente la enfermera no podía apartarla de su hermano. El doctor le pidió a la segunda enfermera que le ayudara. La fuerza conjunta de las enfermeras comenzó a menguar la determinación y las fuerzas de Danai. “¡Dani! ¡Abre los ojos!”, gritó Danai desesperada al ver que el médico comenzaba a abandonar su labor de reanimación. Las enfermeras difícilmente lograron separarla de su hermano. Los sollozos de Danai, las voces de las enfermeras y las indicaciones del médico fueron silenciados por un leve “grito” del monitor cardiaco. Un segundo sonido los hizo voltear, el monitor comenzó una danza rítmica de sonidos. Por fin la calma venció a la desesperación. El médico hizo una señal y las enfermeras soltaron a la joven. Sin perder tiempo corrió de nuevo al lado de su hermano. Le tomó una vez más la mano derecha y la acarició con sus mejillas las cuales estaban un poco húmedas por los rastros de las lágrimas que murieron en ellas hace unos minutos. El médico les dio indicaciones a las enfermeras y ambas se retiraron. El joven oficial seguía bajo el marco de la puerta, testigo silencioso de todo lo sucedido.

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