Personas que han venido

lunes, 11 de enero de 2016

Capítulo 3 Por algo pasan las cosas (fragmento)

La luz gris que tímidamente se filtraba por las nubes daba un aire tétrico al ambiente. Un viento helado acariciaba violentamente sus mejillas a medida que William se acercaba a la singular y enigmática vivienda abandonada. Como si la misma casa soplara cada vez más fuerte para evitar que desenmarañara sus secretos. “Demasiada coincidencia”, musitó el oficial al escuchar que las ramas de los arboles comenzaban a crujir debido al movimiento involuntario que aquella agresiva brisa comenzó a provocarles. “Parece que el viento fuera provocado por este lugar”, pensó William. Al fin logró salir de la maleza, la imagen que vio lo dejo helado y paralizado por varios segundos. Inmediatamente puso su mano derecha en la funda de su arma para desabotonarla. Comenzó a avanzar sigilosamente. Una oscura figura estaba cerca de la orilla del lago, agachada, como si estuviera recogiendo algo del agua o solo viendo su reflejo. William no sabía que pensar. Una tormenta de posibles respuestas bombardeaba la única pregunta en su mente: “¿Quién es?” Una extraña sensación de incomodidad y desesperación comenzaba a invadirlo a cada paso que daba. Tal vez la inverosímil declaración que leyó comenzó a hacer mella en su tranquilidad. Las pequeñas y lisas rocas de la orilla del lago lo delataban con cada pisada que daba. “¿Por qué no puedo acercarme? ¿Por qué parece que entre más camino, más se aleja? ¡Eso no puede ser! Ni siquiera se ha movido de ahí”. De pronto se detuvo, comenzó a llover. Las heladas gotas con la ayuda del viento le aguijoneaban el rostro. Comenzó a hacérsele difícil ver. Con mucho esfuerzo mantenía los ojos abiertos para seguir observando a aquella sombría figura. El oficial estaba a una distancia segura, al parecer aquel ser aún no se percataba de su presencia pues continuaba inmóvil, mirando el agua. De pronto un fuerte sonido lo hizo sobresaltarse provocando que diera un paso hacia atrás y se resbalara por las rocas mojadas. El sonido provenía de dentro de la casa. Como si la puerta a espaldas de él fuera la fuente de aquel sonido. “¿Tambores? ¿Los tambores que se describían en la declaración?”, las percusiones se hacían cada vez más fuertes. Volteo hacia la puerta para encontrar explicación de aquel suceso. Nada fuera de lo común, una puerta de madera podrida que daba la impresión de sucumbir ante el fuerte viento que ahora soplaba. Su sorpresa fue mayor al volver la mirada hacia el lago para buscar a la siniestra figura, “¡ya no está!”. Miró en todas direcciones sin ningún resultado. No había lugar alguno al que haya podido huir para esconderse. El único sitio era… el acto de pensar en el lugar le provocó un escalofrío que le recorrió la espalda. ¿El recuerdo del suceso descrito en la declaración lo había sugestionado? “Un cuerpo más”, se escuchó un susurro detrás de él, las percusiones de los tambores arreciaron. Lentamente volvió la mirada hacia atrás, estar en el suelo por la reciente caída lo tenía en desventaja. Miedo, desesperación y un sentimiento de debilidad lo consumían. Los pocos segundos parecían una eternidad mientras volteaba. Un rostro pálido con ojos oscuros se asomaba por la puerta. “¡Un cuerpo más!”, repitió alargando la última silaba dejando ver lo oscuro de su interior a través de su boca. William, instintivamente, ladeo su cuerpo hacia el lado izquierdo para alejarse de aquella aterradora figura. Giró un par de veces más y, haciendo uso de su habilidad, desenfundó su arma al mismo tiempo para terminar posicionado en un pie y sobre una de sus rodillas apuntando con su arma hacia la puerta. La puerta de nuevo estaba cerrada. Todo en silencio, los únicos enemigos de la calma eran el sonido del viento y la lluvia. Ni siquiera los tambores se escuchaban. Se puso de pie y avanzó hacia la puerta, armándose de valor a cada paso que daba para enfrentar ese espeluznante suceso. Repentinamente la puerta se abrió y la oscura figura se abalanzó hacia él. William reaccionó dejándose caer hacia atrás al mismo tiempo que disparo tres veces. No ocurrió lo que esperaba, las balas atravesaron sin ningún daño y la espantosa figura lo aventó haciéndolo caer violentamente. El inesperado golpe provocó que su arma resbalara de sus manos. La siniestra figura estaba sobre William sujetándolo de los hombros contra el piso. El oficial forcejeaba para librarse, trataba de empujar a aquel ser pero era intangible. Sentía que sus golpes y empujones lo atravesaban. Por el contrario, la fuerza inhumana con la que la criatura lo apretaba de los hombros comenzaba a causarle daño. Podía sentir que los dedos de aquella cosa le comenzaban a atravesar la piel. Dejó de intentar golpear o empujar y se concentró en alcanzar su arma. “Tal vez sea como las arenas movedizas”, pensó en un breve momento de lucidez.
-  Eso… así… cede poco a poco – le susurró la criatura al oído.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario